Dos mil veinte vino cargado de imprevistos que nadie imaginaba. Ha supuesto un cambio para todos, en cualquiera de sus formas. Hace exactamente un año, los más afortunados nos encontrábamos planeando cenas familiares multitudinarias, reencuentros con abuelos/as, comidas de empresa, una escapada…
Esta vez es diferente. La Navidad llega teñida de unos meses complicados, de incertidumbre, aislamiento y pérdidas. Sin embargo, sigue presente cierto ambiente festivo, las calles están decoradas y se perciben las ganas de pasar tiempo con los familiares y amigos más cercanos. Es cierto que este año las reuniones serán en petit comité, y es muy probable que no podamos disfrutar de la presencia física de muchas personas queridas. No obstante, sigue siendo un momento de compartir, un momento de encuentro. Podemos seguir disfrutando de la gastronomía, con moderación. También es una buena ocasión para fomentar la gratitud y tener presentes todos los aspectos positivos y aprendizajes que nos ha traído este 2020.
Por otra parte, estas fechas nos conectan con la ausencia y la soledad, en muchos casos relacionada con la falta de seres queridos y que tan presente hemos tenido durante toda la pandemia. Afrontar la ausencia es parte del proceso de duelo y es posible que aparezcan sentimientos de tristeza, rabia, vacío… ¿Qué podemos hacer para gestionar estas emociones?
- Permítete sentir aquello que estás sintiendo. Como decimos, la tristeza, la rabia, la frustración, la melancolía… son esperables y normales ante procesos de pérdida. Aceptar las emociones tal y como aparecen es el primer paso para aprender a gestionarlas.
- Busca apoyo en personas de confianza como familiares, amigos… intenta comunicar y expresar cómo te sientes. No es imprescindible la presencia física, puedes hacerlo a través del teléfono móvil.
- Dedica tiempo a actividades que te hacen sentir bien. Pintar, bailar, leer, ir al cine, meditar, pasear, salir a la naturaleza… Seguro que se te ocurren muchas otras para tu caso particular. No se trata de llenar el día de actividades para “no estar triste”, sino de facilitar un espacio para el disfrute más allá de la emoción que estamos experimentando.
En definitiva, son fechas raras, con sentimientos encontrados, pero no por ello dejan de ser días especiales. Es momento de encuentro, con “allegados”, cercanos, y sobre todo de encuentro con uno/a mismo/a. Aprovechemos para hacer balance de este año tan importante y para reflexionar cómo queremos encarar el 2021 que se avecina.