Es posible que te suene el concepto de hambre emocional. En ocasiones comemos “sin hambre”, “por gula”, “por aburrimiento…”. ¿Te resulta familiar? ¿Te has parado a observar si realmente te rujen las tripas? ¿O tiene más que ver con algo mental?
Cuando hablamos de hambre “real” en realidad nos estamos refiriendo a un hambre de tipo fisiológico, que tiene lugar debido a que las reservas de energía empiezan a escasear y nuestras células se movilizan para pedirnos combustible que permita mantenernos vivos/as. Se trata, por tanto, de un proceso natural que garantiza nuestra supervivencia como seres vivos.
Sin embargo, dada la complejidad del ser humano y de todos los procesos que ocurren a nivel cognitivo y emocional, sabemos que la conducta de comer puede estar motivada por muchas otras cuestiones, más allá de la necesidad de recargar nuestras reservas de energía.
En este sentido, Jan Chozen Bays, pediatra y monje zen estadounidense, en su libro “Comer atentos” describe nada más y nada menos que 7 tipos de hambre diferentes:
- Hambre visual: es el tipo de hambre más utilizada por la publicidad. ¿Te suena eso de “comer por los ojos”? En ocasiones necesitamos alimentarnos de algo que nos resulte agradable a la vista, de cierta belleza. Es decir, a través del hambre visual satisfacemos, de algún modo, nuestro sentido de la vista.
- Hambre olfativa: el olfato también es un sentido que buscamos satisfacer. Los olores nos traen recuerdos, nos conectan con sensaciones… Una manera de satisfacer este tipo de hambre es oler los platos cuando la comida está en la mesa.
- Hambre bucal: a veces nuestra boca necesita que le prestemos atención ofreciéndole texturas y sabores que nos resulten agradables y novedosos. Tratar de ser consciente de las sensaciones al ingerir un bocado es una buena manera de satisfacer nuestra hambre bucal.
- Hambre estomacal: a este tipo de hambre nos estamos refiriendo cuando hablamos de “rugidos en el estómago”. Para detectar este tipo de hambre debemos escuchar a nuestro cuerpo, es importante no confundirla con la sensación de reflujo o con ansiedad,
- Hambre celular: según la autora, este es el tipo de hambre más auténtica y verdadera, esa que experimentan los niños cuando todavía no están condicionados por sus experiencias. Es una especie de sabiduría interna que requiere entrenamiento y paciencia para aprender a detectarla.
- Hambre mental: el hambre mental hace referencia a todas esas creencias que tenemos sobre aquello que “deberíamos comer” producto de lo que escuchamos en los medios de comunicación, lo que leemos, lo que nos dice un amigo…
- Hambre del corazón: es el tipo de hambre derivada de la necesidad de ser cuidado/a y querido. Hay alimentos que nos evocan momentos felices con nuestros seres queridos y, de alguna manera, nos reconfortan.
En definitiva, existen muchos tipos de hambre. Es importante detenernos a observar y escuchar qué necesitamos realmente en cada momento, especialmente en relación con la conducta de comer. ¿De qué tienes hambre?