El mercado de la comida saludable

De aquí a un tiempo, comer sano se ha convertido en una moda y para algunas personas, en obsesión. A nadie nos sorprende ya ver en los supermercados estanterías destinadas específicamente a los alimentos ecológicos o a comidas dietéticas. Cualquier nuevo producto que se anuncia en la TV añade cualidades como saludable, sostenible o natural. Sin embargo, la gran industria de la alimentación añade, en la actualidad, otros valores muy en consonancia con los tiempos que corren: ya no hablamos de esa búsqueda egocéntrica de la salud y la belleza. Ahora, es época de contribuir por cada compra de un pequeño producto saludable, a valores tan variados como la protección del planeta contra el calentamiento global, la sostenibilidad energética, la pesca responsable, la protección animal, el fortalecimiento de la economía local, la lucha contra las multinacionales y contra la explotación laboral infantil o el empoderamiento femenino. De hecho, hay tanto de tantas cosas que resulta imposible comprar sin sentir que se está contribuyendo a alguna causa noble.

Según el estudio Taste Tomorrow 2022 de la multinacional belga Puratos, que analiza datos de más de 18.000 consumidores de 44 países, el 72% de los españoles busca ya alimentos adaptados a su estilo de vida o a necesidades específicas de salud. Sus resultados indican que la sostenibilidad y la ética son percibidos por los consumidores como un concepto unitario, lo que dispara el consumo de productos veganos. Así, el 43% de los españoles los consumen una vez a la semana. Otros conceptos ligados a ellos son los de proximidad y elaboración artesanal. El estudio concluye que el futuro de la industria de la alimentación se encuentra en la hiperpersonalización, que pueda ofrecer a los clientes soluciones cada vez más individualizadas y acorde a sus gustos alimentarios o de salud.[1]

La influencia de las redes sociales en la conducta de comer

Sin embargo, mientras la industria alimentaria realza el hecho de que «la pandemia acelera la tendencia hacia un consumo alimentario más responsable con el planeta y la salud»,[2] otros estudios hablan de los dramáticos efectos de la mercadotecnia a través de las redes sociales en la incidencia de los trastornos de la conducta alimentaria: estos han experimentado un crecimiento exponencial con la pandemia del Covid 19, principalmente entre las personas jóvenes (ANAR, 2020; Ramírez & Zerpa, 2020; Samatán-Ruiz & Ruiz-Lázaro, 2021).

Y con la nueva era de la alimentación sana, sostenible y éticamente responsable, algunos trastornos de nuevo cuño están llamando cada vez más la atención de los clínicos, siendo una de ellas, la ortorexia. La ortorexia es la preocupación patológica por la comida sana, que lleva a algunas personas a consumir exclusivamente alimentos que provienen de la agricultura ecológica, libre de componentes transgénicos, pesticidas, aditivos, etc. La ortorexia fue descrita por primera vez por el médico estadounidense Steven Bratman (1997), quien en su libro Health Food Junkies (Yonquies de la comida sana) lo definió como una fijación patológica hacia una alimentación equilibrada y saludable (Dunn & Bratman, 2016).

Las personas con ortorexia comienzan, al principio, con un deseo de mejorar su salud, tratar una enfermedad o perder peso. Y poco a poco, la preocupación por la calidad de la comida, su impacto en la salud, etc., se va convirtiendo en el centro de su existencia. Su vida cotidiana gira en torno a la planificación, la compra y preparación de las comidas adecuadas, que les lleva un tiempo considerable. Etiquetan los diferentes tipos de alimentos conforme a los sentimientos que les generan, atribuyendo cualidades como «peligrosos» para los alimentos en conserva; «artificiales», para los producidos industrialmente; o «saludables», para los alimentos biológicos. El menor desvío respecto de los estándares auto impuestos les genera una profunda sensación de culpabilidad y malestar. Todo ello puede derivar en restricciones dietéticas, purificaciones y ayunos que llegan a ser perjudiciales para la salud debido a una carencia de los nutrientes necesarios. La rigidez de esta autodisciplina alimentaria produce aislamiento social, ya que se evitan situaciones (reuniones, comidas, etc.,) que podrían implicar tener que comer «poco sano» (Behar, 2021; Dunn & Bratman, 2016).

Un estudio realizado con 534 estudiantes universitarios españoles (422 mujeres y 112 hombres) mostró que el 30 % de la muestra presentaba un alto riesgo de desarrollar ortorexia. La prevalencia era mayor entre las mujeres, principalmente entre aquellas que llevaban una alimentación de tipo vegano/vegetariano y tenían una autoimagen corporal negativa (Ruiz & Quiles Marcos, 2021). También mostró una elevada correlación entre las actitudes y pensamientos de las personas con riesgo elevado de ortorexia y las de los sujetos que desarrollan trastornos de la conducta alimentaria.

Fuente: Estudio de Redes Sociales 2022. IAB Spain

Los estudios muestran cómo las personas jóvenes que hacen un mayor uso de las redes sociales son más vulnerables a las tendencias actualmente de moda como el Real Fooding, o el Clean Eating (Ruiz & Quiles Marcos, 2021). Para hacernos una idea de la influencia de las redes, el estudio IAB (2022) indica que el 85% de las personas en España utilizan las redes sociales, siendo el porcentaje mayor en las mujeres. Entre el público femenino, el 78% de las jóvenes de entre 12 y 17 años seguían a algún/alguna influencer. Un estudio realizado en Reino Unido con 680 mujeres de entre 18 y 75 años encontró una correlación elevada entre el uso del Instagram y la ortorexia (Turner & Lefevre, 2017).

Dado que la salud es un valor socialmente reconocido, las personas con ortorexia rara vez consideran que tengan algún problema, lo que dificulta su búsqueda de consejo. Estos datos son indicativos de la importancia actual de desarrollar un sentido crítico ante el constante bombardeo que sufrimos desde sectores que han encontrado un nicho de mercado en lo sano, ecológico y responsable, y que a menudo, son un riesgo para nuestra salud mental

Notas a pie de página

[1]https://www.puratos.es/es/news/taste-tomorrow-espana-2022 [Consultado el 25 de febrero de 2023].

[2] https://www.lavanguardia.com/economia/20220814/8465066/revolucion-comida-sana-industria-alimentaria.html [Consultado el 25 de febrero de 2023].

Bibliografía

ANAR, F. (2020). Memoria ANAR 2020.

Astudillo, R. B. (2021). Ortorexia nerviosa: ¿un estilo de vida o el surgimiento de un nuevo trastorno alimentario? Revista chilena de nutrición, 48(2), 255-265. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-75182021000200255.

Dunn, T. M., & Bratman, S. (2016). On orthorexia nervosa: a review of the literature and proposed diagnostic criteria. Eating Behaviors, 21, 11–17. https://doi.org/10.1016/j.eatbeh.2015.12.006

IAB Spain. (2022). Estudio de redes sociales.

Ramírez, A., & Zerpa, C. (2020). Relaciones entre confinamiento domiciliario por la pandemia COVID-19: hábitos y estado emocional en personas con o sin conductas sugestivas de Trastornos del comportamiento alimentario residentes de zonas urbanas de Venezuela. Boletín Científico Sapiens Research, 10(2).

Ruiz, Á., & Quiles Marcos, Y. (2021). Prevalencia de la ortorexia nerviosa en estudiantes universitarios españoles: relación con la imagen corporal y con los trastornos alimentarios. Anales de Psicologia, 37(3), 493–499. https://doi.org/10.6018/analesps.449041

Samatán-Ruiz, E. M., & Ruiz-Lázaro, P. M. (2021). Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes durante pandemia covid-19: estudio transversal. Revista de Psiquiatría Infanto-Juvenil, 38(1), 40–52. https://doi.org/10.31766/revpsij.v38n1a6

Turner, P. G., & Lefevre, C. E. (2017). Instagram use is linked to increased symptoms of orthorexia nervosa. Eating and Weight Disorders, 22(2), 277–284. https://doi.org/10.1007/s40519-017-0364-2

 

Ortorexia. Cuando comer sano se convierte en una obsesión

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