Párate a pensar unos segundos. ¿Hay algo a lo que le tengas un miedo especial? ¿Algún animal? ¿Algún deporte de riesgo? Seguro que se te vienen varias ideas a la cabeza.
El miedo es algo natural y adaptativo ya que nos permite reaccionar ante el peligro y protegernos. Evolutivamente estamos preparados para ello y tiene un sentido. Sin embargo, cuando un miedo persiste en el tiempo, se intensifica en extremo o no puede ser controlado voluntariamente por la persona, se convierte en una fobia.
Así pues, el máximo exponente del miedo es la fobia, que en los manuales de Psicopatología Clínica se describe como un tipo de trastorno de ansiedad en el que la anticipación de un peligro provoca tensión, aprensión e intranquilidad, acompañada de problemas para respirar, sudoración excesiva, náuseas…
¿Qué características tiene la vivencia fóbica? Para comprender una fobia es importante considerar estos cuatro aspectos:
- Es desproporcionada: La situación fóbica provoca un miedo intenso y en muchas ocasiones es incapacitante.
- No tiene explicación lógica: la persona entiende lo absurdo de su miedo, pero no es capaz de superarlo
- Queda fuera del control voluntario: aunque la persona se lo proponga no conseguirá superar la fobia solo por el hecho de decidir hacerlo
- Provoca la evitación: la única solución que encuentra la persona es evitar aquello que le genera la fobia.
Existen varios tipos de fobias, entre las que queremos destacar las siguientes por su importancia en la investigación y mayor demanda en las consultas de psicología:
- Agorafobia: miedo a situaciones en las que si ocurriera algo sería complicado salir. Esto implica miedo a multitudes, espacios cerrados o abiertos, centros comerciales… Engloba tanto la agorafobia como la claustrofobia:
- Agorafobia: miedo a espacios abiertos donde pueden producirse aglomeraciones
- Claustrofobia: miedo a espacios cerrados como un ascensor, el metro, el cine…
- Fobia social: miedo a situaciones sociales en las que la persona está expuesta a la valoración por parte de los demás
- Fobias específicas: hemofobia (miedo a las inyecciones, sangre…), fobias a animales como la aracnofobia, aerofobia (miedo a volar) …
Como decimos, las fobias resultan muy incapacitantes, y seguramente si padeces esto que estamos describiendo seas consciente de ello. Entonces… ¿qué puedo hacer si tengo una fobia?
Por suerte, las fobias son uno de los problemas psicológicos que mejores resultados tiene a través de la psicoterapia. Por ello, es primordial acudir a un/a psicólogo/a especializado/a que te pueda ayudar a exponerte a la situación de manera progresiva. Te enseñará a respirar y relajarte de manera adecuada y a gestionar mejor los pensamientos relacionados con este temor tan intenso. También existen estrategias muy interesantes de exposición mediante Realidad Virtual o a través del uso de imágenes y vídeos (exposición progresiva multimedia).
No dudes en pedir ayuda si crees que la necesitas, desde la psicoterapia se puede trabajar para que ese miedo convertido en fobia deje de ser limitante.